La principal clave para tratar de forma efectiva el envejecimiento facial es entender bien el proceso de transformación que sufre el rostro a lo largo de los años. Pero, ¿alguna vez te has planteado cómo envejece tu rostro?
Con el paso de los años, vemos cómo la piel pierde luminosidad, elasticidad, aparecen arrugas, manchas y flacidez. A menudo, vemos como aparece una expresión de cansancio en nuestros ojos, de tristeza o de amargura en nuestro rostro.
Estos son los signos más habituales del proceso de envejecimiento facial, pero ¿a qué se deben? ¿Se pueden contrarrestar? Vamos a hacer un recorrido por este proceso para comprender bien la transformación del rostro y los tratamientos más adecuados que nos ayudarán a compensarla.
¿Cómo envejece el rostro?
No todas las personas envejecen de la misma manera ni ritmo, pues hay múltiples factores que intervienen, como los genéticos, ambientales, de estilo de vida y, claro, de cuidado personal. Pero sí que comparten una evolución similar a nivel anatómico.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el envejecimiento del rostro es tridimensional, es decir, que implica todo los tejidos que lo conforman. Cada uno de ellos va a intervenir de distinta forma, desde el más profundo hasta el más superficial, nos encontramos con los huesos, ligamentos, músculos, grasa y, por último, la piel.
Envejecimiento de la estructura ósea de la cara
Si bien los huesos son rígidos, el tejido óseo es dinámico y se encuentra en un proceso constante muy activo de formación y destrucción. Durante la infancia y la juventud, el proceso de construcción es mayor al de destrucción pero, con el paso del tiempo, la tendencia se invierte y el de destrucción acaba superando al de construcción.
Así pues, en edades avanzadas, la estructura ósea va retrayéndose, afectando a las estructuras blandas que se sostienen sobre ella, pues al perder el soporte, tienden a caer.
Las zonas en las que la reabsorción del hueso se hace patente antes, son las órbitas de los ojos, la barra mandibular y el pómulo. Las consecuencias más visibles de esta reabsorción son el hundimiento de los ojos, la pérdida de definición del óvalo facial y la aparición del rictus o pliegue naso-geniano, también conocido como las líneas de marioneta.
¿Cómo envejecen los ligamentos?
Los ligamentos son unas estructuras fibrosas fuertes y resistentes que unen la piel con huesos y músculos. Cuando el hueso disminuye en volumen y los tejidos pierden elasticidad, los ligamentos tiran de la piel hacia adentro provocando signos de envejecimiento estructural. El pómulo cae, el óvalo facial pierde definición y aparecen las ojeras, que dan aspecto de cansancio.
¿Qué papel tiene la grasa en el envejecimiento facial?
La grasa está distribuida por todo el rostro en forma de paquetes separados entre ellos, que ayudan a dar forma a nuestro rostro y aportan volumen en distintos tipos de proporción. Por ejemplo, los paquetes grasos de las mejillas aportan mayor cantidad de volumen, que los de la frente, que son casi imperceptibles.
Durante la juventud, todos los compartimentos de grasa están a pleno volumen por lo que la superficie de la piel se ve lisa y sin sombras. A medida que avanzan los años, las celdas de grasa se van descolgando y van perdiendo su volumen de forma no homogénea, lo que contribuye a generar un efecto de sombras en el rostro asociadas al envejecimiento y que nos da un aspecto de cansancio.
Donde primero podemos notar estos signos de envejecimiento es en los ojos, alrededor de la boca y en el contorno facial.
¿Y los músculos faciales?
En el rostro tenemos los músculos que llamamos de expresión. Son músculos que no unen dos huesos, sino que van planos sobre el hueso y se unen a la piel para generar expresiones. Gracias a ellos podemos sonreír, guiñar un ojo, fruncir el ceño, dar un beso o bajar la comisura de la boca.
Con el paso de los años, la repetición continua de estos movimientos provoca la formación de arrugas, las llamadas arrugas de expresión, que van acentuándose con el tiempo.
El envejecimiento de la piel
La piel, como el resto del rostro, envejece de forma tridimensional, es decir, sus tres capas simultáneamente -hipodermis, dermis y epidermis-, provocando cada una de ellas unos signos de envejecimiento distintos.
En el caso concreto de la piel, la edad no es el único factor que determina el estado de la piel madura, en este tejido, los factores externos adquieren un papel decisivo.
Las zonas más expuestas al sol como la cara, las manos o el escote sufren más la pérdida de elasticidad, firmeza y regeneración epidérmica que otras zonas mucho menos expuestas, como podría ser el abdomen.
Entonces podemos diferenciar distintos tipos de factores que afectan al envejecimiento de la piel, los internos o endógenos y los externos o exógenos.
Factores endógenos del envejecimiento de la piel
Son los que vienen genéticamente determinados y podemos encontrarnos con un debilitamiento de la capacidad de regeneración celular, además de una reducción de la actividad de las glándulas sebáceas y sudoríparas.
Además, la mujer al acercarse a la menopausia, sufre una importante disminución de la producción de estrógenos que influye directamente en el contenido de humedad en la piel y en la capacidad de regenerar el colágeno. Durante los 5 primeros años tras la menopausia, la mujer pierde alrededor del 30% de su colágeno, lo que deriva en unos cambios estructurales en la piel.
Factores exógenos del envejecimiento de la piel
Son factores ambientales y de estilo de vida que conducen al envejecimiento prematuro de la piel.
Uno de los factores exógenos o externos que influyen más al deterioro de la calidad de la piel es la exposición a los rayos ultravioleta. Altas exposiciones al sol derivan en pieles foto envejecidas, un tipo de envejecimiento que no guarda relación con el envejecimiento interno.
Son pieles que sueden presentar manchas solares (puedes leer un artículo donde abordamos con más detalle los lentigos o manchas solares en nuestro blog), pérdida de elasticidad y/o cuperosis o capilares dilatados.
La alimentación, el tabaco, el alcohol y el clima en el que vivimos también tienen un impacto directo en la calidad de nuestra piel.
Prevenir y tratar el envejecimiento del rostro
Una vez comprendido el proceso de envejecimiento de cada uno de los tejidos que conforman nuestra cara, veamos que tratamientos preventivos y rejuvenecedores son los más eficaces según el resultado que deseamos obtener.
Dado que el envejecimiento facial afecta a todos los tejidos, para poder disminuir sus efectos va a requerir un abordaje multidisciplinar para poder compensar cada una de sus causas.
Compensar la reabsorción ósea, la pérdida de grasa y de soporte de los tejidos
El tratamiento con ácido hialurónico es sin duda el que más nos va a ayudar a combatir esta pérdida de la estructura facial. El ácido hialurónico inyectado proporciona soporte a los tejidos, ayuda a que ligamentos y tejidos recuperen su lugar, dando un efecto de estiramiento o efecto lifting facial.
Nuestro tratamiento Natural Lift, con ácido hialurónico, está especialmente diseñado para compensar esta pérdida de estructura facial, en el que inyectamos el ácido hialurónico empezando por la zona lifting de la cara. Según estudios recientes, este tipo de abordaje es especialmente eficaz porque requiere menos cantidad de ácido hialurónico y los resultados son mucho más naturales.
Por otro lado, el ácido hialurónico también nos ayudará a compensar la pérdida de los paquetes grasos, recuperando sus volúmenes.
Al tratamiento de recuperación de volúmenes del rostro le llamamos Full Face o armonización facial ya que se trata toda la cara en su conjunto y todas las estructuras. En este tratamiento de rejuvenecimiento facial con ácido hialurónico, seguimos un determinado orden en las inyecciones y aplicamos un tipo de ácido hialurónico preciso y apropiado según los puntos a trabajar.
Actualmente disponemos de muchos tipos de ácido hialurónico que se adaptan a los diferentes tejidos que necesitamos tratar. Hay hialurónico de fuerte estructura, que nos ayudará a recuperar la estructura de pómulos, mentón y barra mandibular. Otros de densidad media, más adecuados para inyectar dentro de los paquetes grasos y recuperar su turgencia. Finalmente, existen otros muy suaves apropiados para inyectar justo debajo de la piel para dar una capa de soporte e hidratación profunda a la misma.
Prevenir o disminuir arrugas de expresión
Como hemos comentado antes, las arrugas de expresión son aquellas que aparecen tras la repetición continua de gestos faciales como sonreir, levantar las cejas o fruncir el ceño.
El principal tratamiento preventivo y para eliminar este tipo de arrugas es la inyección de neuromoduladores cuya función es la de relajar el músculo para que, durante unos meses, deje de contraerse y arrugue la piel.
Los masajes profundos del rostro, que ayudan a estimular la formación de hueso, así como la relajación y estimulación muscular. Ya hace años que existen tratados de gimnasia y masajes faciales para mantener la estructura del rostro.
Tratamientos de rejuvenecimiento de la piel
Tal y como hemos visto, uno de los factores que más influyen en el envejecimiento cutáneo es la exposición al sol, así que es importantísimo proteger siempre la piel de la radiación solar. La mejor herramienta de prevención es un buen protector solar que, además, será imprescindible si vamos a aplicar tratamientos intensos como el láser o peelings.
Para revertir el envejecimiento de la piel deberemos tener varios factores en cuenta y dependiendo del aspecto o imperfección de la piel que queramos mejorar, escogeremos un tratamiento de medicina estética u otro.
Por ejemplo, para eliminar manchas solares o capilares dilatados, el tratamiento más recomendado es con tecnología láser y/o IPL.
La mesoterapia facial, por otro lado, nos permite inyectar directamente en la dermis productos activos como antioxidantes, ácido hialurónico no reticulado o sicilio orgánico.
Si lo que queremos es retensar la piel para combatir la flacidez, el tratamiento con HIFU nos va a provocar un efecto lifting sin cirugía. Los ultrasonidos de alta intensidad activa la reestructuración proteica que produce la retracción y remodelación del tejido conjuntivo de la piel.